'El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes'


sábado, 7 de abril de 2012

En boca cerrada...

...no entran moscas, señor Clemente. Debería usted saberlo. Suficientes son los años que ha vivido para haber aprendido que a veces es mejor callarse, aunque el silencio no sea precisamente su mejor amigo.


El fútbol no necesita personajes como usted. El Sporting tampoco.


Echando la vista atrás, no es de extrañar que reciba las críticas que le regalamos muchos, porque no entendemos por qué esa necesidad de hacer daño, por qué esa obsesión por ser el centro del mundo a costa de lo que sea, llevándose por delante todo lo que se cruza en su camino. Sea quién sea.


Día a día, semana tras semana, no hace más que evidenciarse. Mostrar lo peor de sí. Quizás es que no hay más, que verdaderamente sus palabras -si es que a todo lo que sale por su boca merece ese nombre- son el espejo perfecto en donde se refleja su persona. ¿Por qué, señor Clemente? No pague su enfado con el mundo y con la vida con los demás. Ya bastante feo es y está todo como para que algunas personas se dediquen a podrirlo todo mucho más.


Siempre me ha parecido usted una persona necesitada de protagonismo. Egocéntrico y egoísta. Obsesionado por estar siempre en primera línea fuera de los campos de fútbol. Y debería saber que este deporte requiere que se hable sobre el césped, no fuera. Lo que le hace digno o no, lo que le hace ser un espectáculo -casi un modo de vida para muchos- o un 'drama', es lo que ocurre desde que un árbitro señala el inicio de un partido hasta que se consume el tiempo de éste. No lo que sucede fuera de ello.


Pero usted...usted centra todos los focos a ese margen externo al campo de fútbol. No hace más que escupir sobre cualquier cabeza toda su rabia y todo su mal carácter. Qué más da pisar todo lo que se encuentre en su camino. No importa, señor Clemente, ¿verdad?


No me cae bien, es obvio. Es un sinvergüenza, intolerable, bocazas y mala persona. Lo demuestran sus palabras y sus actos. Su manera de hacer. El otro día 'humilló' a un periodista y le 'amenazó' gratuitamente. Hoy, en lugar de cerrar filas entorno a su equipo, deja caer que los hombres que tiene bajo sus órdenes no son de Primera, y les deja a la altura del betún, a pesar de que la situación es ya bastante difícil y crítica. Pero a usted no le importa. En lugar de ser un empujón, en lugar de reconocer errores propios y buscar incansablemente la esperanza en un último tramo que se le hará muy costoso al Sporting, como si se le fuera la vida en ello, no, usted se dedica a despotricar y a afear a un equipo histórico y que siempre ha merecido el cariño de todos.


El Sporting no se merece tener a alguien como usted ocupando su banquillo en El Molinón. Si antes estaba condenado, ahora, desde su llegada, y gracias no sólo a una dirección del equipo pésima, sino también a las polémicas que protagoniza, se quema poco a poco. El Sporting se muere. Una muerte lenta y dura, de las que duelen. Preparando un adiós que no merece, y autoconvenciéndose -eso solemos hacerlos todos cuando tenemos miedo a algo- de que lo que parece ahora irremediable sucederá. Y quizás con la pena y la mala consciencia de haber confiado en usted para sobrevivir.
¿Las comparaciones son odiosas, eh, señor Clemente?


Y sí, puede ser, pero Manolo Preciado nunca debió haberse ido del Sporting. Al menos, además de ser un entrenador excelente, también sabía ser persona.

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