'El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes'


lunes, 24 de octubre de 2011

Levante, un invitado sorpresa en una Liga de dos

El fútbol es tan grande que a veces nos convierte en testigos de cosas que a priori podrían parecer prácticamente imposibles. Y si no, tan sólo hace falta echar un vistazo al lugar más alto de la clasificación de la liga española para comprobarlo. Y no, el hecho de que los nombres de Real Madrid o Barça no aparezcan en primera posición no es ningún error; tampoco fruto de la casualidad.

Dicha circunstancia es, única y exclusivamente, mérito de un Levante que se ha erguido como el equipo revelación de la presente temporada. ¿O acaso alguien imaginaba que los granotas serían líderes a estas alturas? Yo, al menos, no.

De hecho, y sucede una y otra vez cuando el curso futbolísticamente hablando da sus primeros pasos, tengo la manía de hacer mis 'quinielas' de lo que sucederá: quién será el campeón, quién podrá colgarse la etiqueta de 'equipo Champions', quién tendrá un hueco en la Europa League... Pero, sin duda, la que más juego da es la del descenso, porque suele ser la lucha más temida, más reñida y, quizás, la más capaz de todas de abrazar el factor sorpresa. Y mis candidatos este año para caer en el pozo de Segunda eran Granada, Zaragoza...y Levante. Mantengo mi apuesta por los andaluces, su fútbol hasta ahora no ofrecen motivos más que suficientes para creer que pueden salvarse. Y el mismo guión lo traslado a los pupilos de Javier Aguirre, que ya llevan algunos años jugando con fuego y que si continúan mostrándose tan débiles y no da signos de reacción pronto pueden acabar pagando los platos rotos al final.

Sin embargo, con el Levante me equivoqué. Lo reconozco. Nunca he sentido una especial simpatía hacia el equipo levantino -no tengo nada en su contra, pero tampoco me atrae-, pero ahora no me queda otra que tragarme mis propias palabras, quitarme el sombrero y aplaudir. Chapeau.

Seis victorias, dos empates y ninguna derrota son los resultados que han llevado a los de Juan Ignacio Martínez a lo alto de la tabla, sin olvidar que se ha convertido en un 'matagigantes' (Madrid o Villarreal, por ejemplo, y entre otros, han sido sus víctimas hasta el momento), a ser líderes indiscutibles de esta Liga que se antojaba -todo parecía indicar que sería así, y, es muy probable que acabe siéndolo- bipolar. Pero el equipo granota es el intruso en una guerra de dos, y ve a azulgranas y madridistas por el retrovisor. Un Levante que con el presupuesto más bajo de la categoría de oro del fútbol español está llevando a cabo una verdadera revolución, y que colecciona elogios desde todos los rincones.

Los veinte puntos que llevan cosechados y que sea el equipo menos goleado de toda la categoría hablan mucho de este Levante que, por sorpresa, y contra todo pronóstico, se ha convertido por ahora, en el árbitro inesperado de esta Liga de dos.


martes, 4 de octubre de 2011

La vergüenza de lo inhumano.

El fútbol, como todo en esta vida, es capaz de reflejar lo mejor y lo peor; lo bueno y lo malo. Pero lo sucedido el pasado domingo en el Vicente Calderón supera cualquier límite que pueda haber entre ambos polos opuestos. Lo que ocurrió durante el transcurso del Atlético de Madrid-Sevilla puede resumirse en apenas dos palabras: inhumano e imperdonable.

A lo largo de la historia hemos visto la peor cara del fútbol plasmada, no pocas, sino muchas veces. Desde los "Messi muérete", a los "Ese portugués, hijo puta es", pasando por las cabezas de cerdo sobre el terreno de juego y los insultos racistas que han sufrido, entre otros, jugadores como Marcelo o Eto'o, sin olvidar tampoco el tan poco acertado 'Mr.Hígado' con el que un periodista -quiero pensar que lo hizo inconscientemente y sin maldad- nombró a alguien como Eric Abidal que hace nada consiguió ganar una batalla contra el cáncer que, por desgracia, muchos no son capaces de lograr. Y no, no somos ajenos a que, tristemente y cada vez más, el respeto en los campos de fútbol brilla precisamente por su ausencia. O hemos perdido la cabeza o esto se pudre por momentos. ¿Hemos olvidado ser personas o qué? Porque parece que ahora la regla dominante sea 'jode, y cuanto más, mejor'. De acuerdo, que el rival es precisamente eso, un enemigo, pero hay maneras de hacer las cosas que no tienen por qué tener como finalidad última la de hacer daño o herir al contrario. Y mucho menos, cuando un determinado gesto o unas desafortunadas palabras juegan con algo tan frágil como la vida de una persona. O, peor aún, con alguien que ya no está.

Pero una parte de la afición del Calderón se saltó la barrera de lo humano. No sé si fueron cien, doscientas o quinientas personas. Quizás más de mil. No importa el número. Sólo sé que los gritos de 'ea, ea, ea, Puerta se marea' -en referencia a la muerte del jugador del Sevilla Antonio Puerta, que falleció en agosto de 2007 tras sufrir una parada cardiorespiratoria sobre el césped del Sánchez Pizjuán en un partido frente al Getafe- dan ganas de vomitar. No sólo rechazo, sino asco. Porque no se entiende que unos descerebrados, si es que se les puede llegar a definir, sean capaces de reírse de la muerte de una persona. Por muy del rival que sea. ¿A dónde hemos llegado a parar? Si fuera en nuestra contra, ¿nos gustaría? ¿Cómo debió sentirse la familia de Puerta? ¿Y sus compañeros? ¿Y los sevillistas?

La vergüenza de los aficionados rojiblancos hace daño, y mucho, al fútbol. De nada sirven las disculpas de Enrique Cerezo, presidente del equipo de El Manzanares. Que no, señor Cerezo, que no. Que su obligación el domingo era la de echar a esos impresentables del estadio, y no quedarse sentado en su asiento con las manos cruzadas, permitiendo que un gran partido como el que enfrentaba a Atlético y Sevilla tuviera que tener de banda sonora una canción tan indecente y tan triste como ésa. Que sí, que son unos pocos, pero es que ni pocos ni muchos.

¡Ya basta!