'El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes'


viernes, 18 de febrero de 2011

Amores que matan

Apenas tenía 3 años cuando un día me acerqué a mi padre y le dije: "Papá, quiero ser periodista. Quiero escribir en un diario como los que trae el abuelo a casa cada día." Papá debió quedarse con la boca abierta. Su niña, tan pequeñita, y diciéndole aquello.

Reconozco que suena extraño. Las niñas, cuando se les pregunta qué quieren ser de mayores, no dicen nada de eso. Normalmente, "quiero ser princesa" o "quiero ser profesora" son la respuesta. Pero no. Yo nunca quise ser princesa, ni profesora. Yo siempre tuve muy claro lo que quería. Ya entonces, todavía ahora. Con el paso del tiempo, papá me contó que aquella frase se la solté pocos meses después de que el Barça de Cruyff ganara su primera Copa de Europa. Wembley, 1992.

Curioso, muy curioso.Curioso porque ahora, con 21 recién cumplidos, he cumplido uno de mis sueños: ser periodista. Sí, escribo en un diario. Tal y como quería cuando era una enana. Curioso porque 19 años después, Wembley vuelve a ser el escenario que acogerá la final de este año de la Champions League. Curioso, porque no solo he logrado ser periodista y trabajar en eso que tanto me gusta...sino porque he conseguido unir dos de mis grandes 'amores': escribir, y el fútbol.

De lo primero, soy la única culpable. Siempre se me han dado bien las palabras. En casa no dejan de decirme que yo era de las que no se aburría nunca, porque pasara lo que pasara, siempre había un lápiz y una hoja a mi lado. Podía pasarme tardes enteras llenando una página en blanco con mil letras. Da igual que significado tuvieran o como se unieran. Palabras, palabras...y más palabras. Pasado el tiempo, aún hoy la gente que me rodea reconoce que escribir es uno de mis puntos fuertes. Yo no lo sé. No sé si escribo bien o mal. Sólo que lo hago porque es la única manera que en mí funciona para decir todas las cosas que quiero decir a quién quiero que las 'escuche'. Porque eso es precisamente lo que busco cuando escribo: no que alguien me lea, sino que me escuche. En realidad, todo lo que plasmo sobre un papel o en una pantalla no es nada más que lo que me gustaría estar contándole a alguien. Escribo porque me gusta que alguien se lleve una parte de mí, no importa si pequeña o grande, importante o no. Qué más da. Para mí, las palabras son algo indispensable. ¿Qué haría sin ellas?

En cambio, de mi amor por el fútbol sí hay culpables. Culpables con nombres y, en ocasiones, con apellidos. Barça, Arsenal, Alfredo di Stéfano, Thierry Henry, Leo Messi, Marco van Basten, Paolo Maldini, Zinedine Zidane, Frank Lampard, Andrés Iniesta, y otro largo etcétera de equipos y futbolistas que me han marcado por unas razones u otras. Filosofías y maneras de entender el fútbol que han hecho que este deporte, tan vulgar e inútil para algunos, y tan grande para otros, me robe la gran mayor parte de mi tiempo.

Recuerdo cómo mis amigas en el colegio se rían de mí porque les decía que me gustaba el fútbol. "Uala, ¿cómo te puede gustar eso? Mira que eres rara", repetían una y otra vez. No les hice caso entonces, y tampoco se lo haría ahora. Sí, estoy enamorada del fútbol. Sí, lo reconozco. No puedo vivir sin él. Lo echo de menos cuando no lo tengo cerca, y me mata no saber de él. ¿Y qué? Me gusta, y punto. Puedo decirlo más alto, pero no más claro. Y sí, estoy dispuesta a seguir 'perdiendo' mi tiempo viendo cómo once hombres luchan contra otros once por meter un dichoso balón entre tres palos envueltos en una red.

Por eso ahora, por eso hoy, inauguro esto. Para que mis dos 'amores' se abracen. Para demostrar que el fútbol también se puede ver a través de las palabras.

Quizás es verdad eso de que hay...amores que matan.

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