El show de Mourinho continúa. Ni se acaba, ni da tregua alguna. Cada día es un acto más de su gran obra de teatro, en la que no falta ningún detalle. Ni tan siquiera un títere o una marioneta a la que manejar.
Que Xosé Mourinho es uno de los mejores entrenadores que actualmente conviven en el mundo del fútbol es indiscutible. Sus números y su trayectoria, así como su palmarés, lo demuestran. No, no hay duda alguna. Pero de la misma manera que quien le discuta como técnico es un loco, tampoco hay que olvidar que ha creado alrededor de él un personaje al margen del Mourinho persona y del Mourinho entrenador que no gusta a todos y que, a veces, pone en peligro la estabilidad de su propio entorno y de quienes le rodean. Sus pasos y sus palabras levantan huracanes allí donde dejan huella y donde resuenan, y la polémica se ha convertido en su más fiel amiga.
Quizás es su escudo, su arma de protección, pero su faceta de showman ha empezado a sobrepasar unos límites que hacen tambalear los cimientos de su propio equipo. Sí, todos conocemos a 'Mou'. Ya sabíamos cómo era antes y lo comprobamos cuando aterrizó en el fútbol español, pero bien es cierto que el convertirse en el capitán de un barco tan colosal como el Real Madrid -no hay que olvidar que estamos hablando del mejor equipo del siglo XX- ha hecho que su otro 'yo' se haya magnificado tanto que incluso los que en un principio cerraron filas entorno a él se han dado cuenta de que eso no es bueno y rehúyen ahora del luso, que ha decidido que el silencio es la manera perfecta para mostrar su posición de 'yo contra el mundo'.
Antes hablaba. Mucho, demasiado y mal, en ocasiones llegando a menospreciar a colegas de su propio gremio, a rivales y los periodistas que tienen que llevar el pan cada día a su casa y que hacen su trabajo, de la misma manera que el deber de Mourinho recae en la función de dirigir a un grande como el Madrid y con el objetivo de llenar aún más las ya repletas vitrinas del Santiago Bernabéu.
Sin embargo, ahora Mourinho ha cambiado de estrategia. Ya no quiere estar en primera línea, ni ser el protagonista principal, aunque, es obvio, indirectamente sigue siéndolo. No, ahora calla. Dicen que para rebajar la tensión. Pero...¿qué tensión? ¿La que él mismo ha sembrado en su propio vestuario? Porque quien diga que no existen dos bandos claramente diferenciados en el Madrid a día de hoy -el clan de los portugueses + Di María + Khedira por un lado, y el de todos los demás, en los que los españoles forman el gran grueso, por otro- miente. De nada sirve mantener las formas y las apariencias, hay cosas que se ven incluso desde lejos.
Pues bueno, Mourinho ya no habla para rebajar la tensión y para que su cruzada contra los árbitros -la que intenta disimular semana tras semana, pero que deja caer en cada oportunidad que tiene-, y por ello, planta a Aitor Karanka en las ruedas de prensa para que hable por él. 'Que ponga voz a mis mensajes', debe pensar 'Mou'. Y ya van 43.
Karanka no es sólo el segundo técnico del Real Madrid. También es la marioneta de Mourinho. El portugués se esconde, no da la cara (y eso que recuerdo que una vez dijo que cuando su equipo no ganaba, él siempre la daba), pero lo controla todo. Es omnipresente y omnipotente. Karanka es un muñeco de trapo movido por las manos de Mourinho, que no se deja ningún cabo suelto. Total...nadie le frena ni le para los pies. Y ya se sabe que cuando uno tiene poder...siempre quiere más.
Las ruedas de prensa del Real Madrid se han convertido en los últimos tiempos en escenas que rozan la vergüenza. Ni tres minutos atendiendo a los periodistas, mensajes preparados y estáticos -sea la pregunta que sea, qué más da, el discurso es el mismo-, palabras medidas y estudiadas al milímetros, respuestas que tan sólo echan balones fuera... y frases como ese 'si nos dejan...' que el otro día acuñó el eterno secundario de un club que está permitiendo que una persona diluya y evapore una imagen que se ha construido a lo largo de 110 años de historia.
Y es que entre sus obligaciones como entrenador está la de salir a dar la cara antes y después de un partido, siempre. Se gane, se empate o se pierda. Es su deber. Y esto de usar a Karanka como títere es un paripé que tarde o temprano, hará daño.
Yo no soy del Madrid, pero tampoco creo que se merezca que el showman 'Mou' haga saltar todo por los aires. Porque si no lo ha hecho todavía, lo hará. Y no muy tarde. Papá sí es del Madrid, y ya ha agotado su paciencia con Mourinho. Y como él, muchos que quieren ver al portugués lejos del Bernabéu.
Y sí, su 'adiós' quizás sea el mejor bálsamo para que el líder de esta Liga recupere todo el honor que parece haber ido perdiendo en los últimos dos años.
Quizás sea necesario ya, por fin, un final para esta obra de teatro que empieza a ser interminable e insoportable.