'El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes'


martes, 27 de marzo de 2012

¿Qué pasa con Emery?


Reconocer que el nombre de Unai Emery está el saco de los mejores técnicos que a día de hoy existen en el fútbol español no es un error ni un disparate. Tampoco es equivocarse. Sólo es rendirse ante la evidencia, aunque su camino en el Valencia esté ahora repleto de piedras que entorpecen su andar.

Sí, Unai tiene un pie y medio -sino dos- fuera del equipo levantino. Y sí, su futuro parece estar más lejos de Paterna que nunca, pero su trabajo y su manera de hacer son irreprochables. Aunque no guste a todo el mundo, aunque sean muchos los que no le quieren al frente del banquillo ché y quienes piden, día sí y día también, su salida.

De los últimos 45 puntos en juego en Liga, el Valencia sólo ha sumado 17. Cuatro victorias, cinco empates y seis derrotas han sembrado la duda en el seno del club y en la grada de Mestalla. Una grada que incomprensiblemente arde en deseos por que Emery deje de ser el técnico de su equipo. Y digo incomprensiblemente, porque no se entiende que se pida la cabeza de un entrenador que ha mantenido al Valencia en lo más alto posible, teniendo en cuenta que el imperio de dos gigantes intratables como Barça y Madrid es inalcanzable para los demás. Terceros en Liga y vivos en la lucha por la Europa League... que le pregunten, sino, a muchos otros equipos, a muchos otros técnicos y a muchos otros seguidores cuánto darían por estar en la misma situación que el Valencia. Pocos se negarían.

Entiendo que las sensaciones sean malas tras encadenar resultados no demasiado buenos. Entiendo que la gente tiemble viendo a una defensa floja y que se derrumba. Entiendo que el ánimo decaiga y que las cosas se vean negras ahora que la tercera plaza está en peligro ante el empuje de los que vienen atrás, de los Málaga, Levante, Osasuna, Espanyol y demás que aún no tiran la toalla, ni por el bronce ni por un cuarto que abre las puertas al sueño de la Champions. Entiendo el enfado y el malestar de una grada acostumbrada a vivir grandes momentos en las últimas décadas y que ahora ven que éstos se diluyen, quedando al borde de la desaparición.

Pero no entiendo las críticas a Unai Emery. Ni las entiendo, ni las comparto. Porque si hay algo que caracteriza al técnico vasco desde que cogió las riendas del Valencia en la temporada 2008-2009 es su apuesta por el fútbol atrevido, por jugar de tú a tú también a los más grandes, llegando, incluso, a ponerles contra las cuerdas. Echarle la culpa a alguien que ha tenido que sobrevivir al 'adiós' forzado de las piezas indispensables del puzzle valencianista -véanse David Villa, David Silva y Juan Mata- y que ha tenido que volver a construir el castillo desde abajo confiando en futbolistas jóvenes que apuntan maneras pero que necesitan crecer -Jordi Alba, Sergio Canales, o el propio Roberto Soldado-, o a alguien que ha sabido apagar alguno de los incendios que se han producido en el vestuario, es de cobardes. De no saber reconocer que no hay un único responsable y que, por tanto, las culpas deberían ser compartidas por todos -y cuando digo todos, me refiero precisamente a eso, a todos- y no centradas sobre la cabeza de uno solo.

¿Es Unai el gran incomprendido? ¿Es justo echarle la soga al cuello?

Sea como sea, y con su futuro en el aire, los próximos partidos del Valencia -ante el AZ Alkmaar en Europa League y el derby ante el Levante de este domingo- se antojan como dos verdaderas finales para un Emery al que parece que se le ha agotado el crédito en un club que parece haber dejado de creer en él.


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